17 nov 2008

La Familia (enfoque sistémico)


LA FAMILIA EN TIEMPOS DE TRANSICIÓN



La familia es una institución que forma parte de la sociedad y de todas las sociedades; adoptando formas diversas según la geografía e historia de los pueblos y según los tiempos que se encuentren viviendo.
Entre ambas, sociedad y familia, existe una relación e influencia de doble vía. Por ello, la familia adquiere y tiene características que van cambiando de acuerdo a los cambios sociales e históricos. Asimismo, la familia reproduce, en los individuos, las características que la sociedad se encuentra interesada en perpetuar.

En este momento, como a lo largo de la humanidad, la familia se encuentra en cambio y dicho movimiento es sentido por cada uno de los miembros del sistema familiar de acuerdo a sus características: pertenencia al subsistema, roles que desempeñan, sexo y edad, entre otras.

La transición es permanente. En ocasiones, esa transición es más o menos lenta y las personas se percatan o no de la misma. Independientemente de ello el cambio se está produciendo y se requiere flexibilidad en los subsistemas familiares para que la convivencia sea enriquecedora para todos los miembros. De lo contrario, sobrevienen crisis significativas o desajustes importantes.

Permanentemente, es a través del proceso de socialización primaria y secundaria que la familia perpetúa la ideología vigente y por tanto, enseña conceptos diversos. Entre ellos, el concepto de mujer y de hombre; así como los roles que le son asignados a cada género.

Definitivamente la socialización tiene un efecto duradero en la organización personal y social de cada individuo y tiene expresión a través de la personalidad.

La socialización tiene similitud con el disco duro de un sistema computarizado. Es más fácil variar el contenido de un único archivo en un disquete que la totalidad de archivos en el disco duro. De ahí, que los cambios en la concepción de las personas muchas veces son difíciles. Así ocurre con las concepciones de los hombres y las mujeres sobre el mundo, el ser hombre o mujer, el ser madre, el ser padre, el ser esposa, esposo, etc.

Aunque para la evolución plena y armónica de los miembros del sistema familiar es necesario estar abierto a los cambios; la socialización rara vez nos prepara para ellos. De ahí que a dichos cambios se les suele atribuir grandes cuotas de sufrimiento.

Por ejemplo, para la generación que ahora tiene más de 40 años, el concepto de que el matrimonio y la pareja no es para siempre es un aprendizaje que apareció posterior a su socialización o apareció, solo como pequeñas pinceladas.

Con frecuencia, dicho conocimiento se encuentra en la esfera racional y el discurso de las personas suele ser de corte contemporáneo. Como resultado el disco duro tiene información tradicional o bien una mezcla. De ahí que los miembros del subsistema tienen conceptos tradicionales o contradictorios en torno a la estructura de la familia, las relaciones y roles de los subsistemas, etc.

Siguiendo con el mismo ejemplo, se incluye en el mapa de lo posible el divorcio o la separación de las parejas; pero esto es vivido con grandes cuotas de confusión, conflicto, ambivalencia y dolor.

Frecuentemente, nos encontramos, sosteniendo posiciones filosóficas e ideológicas que nos sorprenden por lo tradicionales cuando pensábamos ¡qué modernos somos!.

A manera de ejemplos, en este momento en Costa Rica, es difícil asumir con, naturalidad, que la mujer pueda ser la única proveedora económica y el hombre pueda ser el encargado de la casa. Todavía no es aceptado, por una proporción significativa de la sociedad, la igualdad real dentro de la familia.

Ya se acepta, con naturalidad, que la familia puede estar conformada por padre, madre, hijos o por madre o padre e hijo (os) y todas las combinaciones posibles. Se acepta que los hombres y las mujeres tengan una elección sexual diversa pero no es aceptable que homosexuales o lesbianas constituyan una familia con hijos, etc.

Las personas (hombres y mujeres) pueden acudir a estrategias de sobrevivencia que como tales permiten sobrevivir pero que dificultan el crecimiento personal y del sistema familiar: aceptar ser tradicionales, negar las contradicciones y dificultades, idealizarse e idealizar al otro, mantenerse a la defensiva y asumir posiciones agresivas, tornarse cínicas en sus relaciones, temer al compromiso afectivo, etc. y tomar posiciones que corresponden a estas visiones.

Es claro, que sobre el concepto de familia es necesario mantener una posición de construcción continua, de amplitud existencial y de reflexión. Las personas que no logran esta actitud o se enquistan en una fase tienen el riesgo de rigidizarse y por tanto, vivirán con más dolor y dificultades los cambios de los tiempos y por tanto de la familia.

Los cambios socioeconómicos producidos han generados cambios en los roles de cada una de las personas. En este momento, en Costa Rica se vive un periodo de transición en el cual es difícil tener una pareja o una familia porque cada uno de los miembros suele tener una idea diferente de su rol y el que debe desempeñar el otro. Esto suele generar frecuentes conflictos, diversas expectativas y por tanto, diversas frustraciones.

A todo lo anterior, se agrega el hecho de que la dinámica en las familias se vive y raras veces se analiza. Se llega al análisis cuando lo cotidiano es inmanejable y amenaza con la disolución de los contratos de pareja o se ha identificado un chivo emisario.

Dado que según lo que se sostiene en este ensayo, es difícil vivir en pareja y familia en tiempos de transición, en Costa Rica, en el 2004; ¡viva la terapia familia sistémica! como un intento de pensar, analizar y aprender nuevas visiones que permitan movimiento y cambio sostenido a los miembros de este importante sistema: la familia.