10 abr 2009

El Cordero Pascual



Se acercaba la fiesta de los panes sin levadura, llamada la Pascua. 2 Y los principales sacerdotes y los escribas buscaban cómo dar muerte a Jesús, pues temían al pueblo.
3 Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que pertenecía al número de los doce; 4 y él fue y discutió con los principales sacerdotes y con los oficiales sobre cómo se lo entregaría. 5 Ellos se alegraron y convinieron en darle dinero. 6 El aceptó, y buscaba una oportunidad para entregarle, sin hacer un escándalo.
Llegó el día de la fiesta de los panes sin levadura en que debía sacrificarse el cordero de la Pascua. 8 Entonces Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id y preparad la Pascua para nosotros, para que la comamos. 9 Ellos le dijeron: ¿Dónde deseas que la preparemos? 10 Y El les respondió: He aquí, al entrar en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle a la casa donde entre. 11 Y diréis al dueño de la casa: ``El Maestro te dice: `¿Dónde está la habitación, en la cual pueda comer la Pascua con mis discípulos?' 12 Entonces él os mostrará un gran aposento alto, dispuesto; preparadla allí. 13 Entonces ellos fueron y encontraron todo tal como El les había dicho; y prepararon la Pascua.
Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa, y con El los apóstoles, 15 y les dijo: Intensamente he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer; 16 porque os digo que nunca más volveré a comerla hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Y habiendo tomado una copa, después de haber dado gracias, dijo: Tomad esto y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que de ahora en adelante no beberé del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios. 19 Y habiendo tomado pan, después de haber dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De la misma manera tomó la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros. 21 Mas he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa. 22 Porque en verdad, el Hijo del Hombre va según se ha determinado, pero ¡ay de aquel hombre por quien El es entregado! 23 Entonces ellos comenzaron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer esto.
Se suscitó también entre ellos un altercado, sobre cuál de ellos debería ser considerado como el mayor. 25 Y Jesús les dijo: Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que tienen autoridad sobre ellos son llamados bienhechores. 26 Pero no es así con vosotros; antes, el mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve. 27 Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre vosotros yo soy como el que sirve. 28 Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas; 29 y así como mi Padre me ha otorgado un reino, yo os otorgo 30 que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino; y os sentaréis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.
"Evangelio San Lucas Cap. 22:7-29"

11 dic 2008

Una Familia Especial en tiempos de crisis

Una Familia Especial en tiempos de crisis.

Era el pueblo más pequeño de aquel país y el más alejado de la capital cuyo nombre era Efrata, donde sus habitantes en su mayoría se dedicaban al pastoreo de sus ovejas y uno que otro a la agricultura. Ahí crecieron aquellos jóvenes ya que tenían algo en común: de todas las familias; eran las más pequeñas del pueblo y de éstas, las más pobres. Pero para ellos esto no era obstáculo para mirarse con cierto afecto. Compartían la merienda e iban a la misma “escuela”.

El nombre de él era José Jacob, un humilde artesano que por no tener muchos recursos económicos para comprar algunas ovejas, se dedicada a la artesanía en madera. Ella, Ana María, una joven hermosa, de ojos color miel y piel morena marcada por el sol de aquella tierra olvidada por sus gobernantes.

Conociendo la costumbre del pueblo, donde no se les permitía ni siquiera caminar juntos ni mucho menos tomarse de la mano, decidieron ambos, hablar de sus intenciones con sus familias y comprometerse para unirse en matrimonio. Esto fue recibido con mucho agrado por su padre y por su futuro suegro. Así que decidieron poner una fecha no muy lejana para contraer nupcias, y con esto; que el joven José Jacob tuviera tiempo para reunir algún capital y comprarle un buen regalo a la familia de su amada prometida.

Pasaron unos pocos meses después de aquella reunión familiar cuando un día, Ana María se encontró con un varón cuyas vestiduras eran blancas, alto y muy fornido. Este varón se acercó y le dijo con voz suave: “buenos días Ana María”, ella se asombró de que la llamara por su nombre y le respondió; “de dónde me conoce usted”; el varón continuó diciéndole; “tienes algo que todas las mujeres desearían tener; ser llena de la Gracia de Dios y sobre todo, ser elegida para ser la madre de un hijo no de este mundo terrenal sino del mundo celestial, por tanto; quedarás embarazada y tendrás un hijo y lo llamarás Christian Jesús”. Pero ¿cómo sucederá esto, ya que nunca he tenido relaciones sexuales con ningún hombre? “No te preocupes por esto ya que mi Señor Eloim enviará su Espíritu para cubrirte con su manto Santo y esta criatura que nacerá, será santísima en la presencia de mi Señor”. Ella le contestó, “si es así el asunto lo acepto pero, en realidad no entiendo nada de lo que me está diciendo. El problema es que ¿Cómo se lo voy a decir a mi prometido ya que pronto nos vamos a casar”, y aquel varón desapareció ante sus ojos.

Una noche, José Jacob se despertó muy sobresaltado por el sueño que recién había tenido, y a la mañana siguiente fue a la casa de Ana María y le contó diciendo: “soñé que un varón con vestiduras blancas llegó hasta mi cuarto y estando de pie ante mí me dijo: no te dé miedo de casarte mañana con tu mujer ya que ella está embarazada, no por ningún hombre sino por el Altísimo. Tendrán un hijo que llamarán Christian Jesús porque a éste escogió Eloim para liberarlos de sus opresores; así que, aunque contraerán matrimonio, no te acerques a ella ni le toques. Quiero que la recibas en tu casa y sean los padres adoptivos de este niño”.

Aquellos jóvenes se casaron al día siguiente y hubo gran algarabía en todo el pueblo, pero ellos; guardaron todo lo sucedido en su corazón y a nadie le contaron de su encuentro con aquel ser angelical.

Al acercarse el alumbramiento de Ana María, vinieron al país unos personajes importantes y se presentaron ante el gobernador del pueblo y le dijeron: ¿dónde está el futuro presidente de esta nación que ha nacido hoy”. Pero nadie les pudo dar información ya que desconocían del asunto. Pero viendo este gobernador corrupto y malvado los carruajes llenos de regalos que traían estas personas: oro, incienso y mirra, pensaron que se trataba de algún parroquiano muy adinerado y se dijeron unos a otros: “averigüemos dónde vive este niño para ir a matarlo a él y a su familia y quitarles todos estos tesoros” , pero estos personajes que venían de tan lejos, avisados por aquel ser angelical de las intenciones malvadas del gobernador, se regresaron a su país de origen por otro camino y le dijeron a José Jacob y a su esposa que huyeran a otro país.

Al pasar los años, conociendo esta familia que aquel gobernante malvado había muerto, decidieron regresar a su tierra natal e ir a la oficina de registro de nacimientos a inscribir a Christian Jesús como su propio hijo y también, los demás hijos e hijas que habían tenido en aquella tierra extranjera.

Fue así que, esta humilde familia creció y se convirtió en una gran familia noble, de buenos principios morales y espirituales, donde todos pregonaban el amor, la justicia y la paz; les decían a las personas que lucharan por sus ideales, a mantenerse firmes en el “camino” que su hermano les había indicado.
José Jacob se convirtió en todo un padre modelo, Ana María como la madre más amorosa de todas y Christian Jesús, todo un líder, luchador incansable por la igualdad de oportunidades para todos sin distingo de color ni de status social.

Se dice que este niño murió joven, defendiendo a los pobres y desposeídos; curando a los enfermos y gente sin fe ni esperanza de vida. Fundó la Universidad de la Ciencia y la Vida, aceptando a todos los estudiantes sin solicitar dinero; porque para él, lo más importante, era enseñar los principios de su Padre Eloim, aquel que lo envió y a él regresó el día que murió.

Sus hermanos y hermanas que crecieron junto a él, se casaron, tuvieron hijos, nietos; y a toda esta familia y a los graduados de la Universidad de la Ciencia y la Vida los comenzaron a llamar “cristianos” en memoria de su fundador.

"adaptación Bíblica por Rabee"

1 dic 2008

La Fuerza del Perdón




Aquel hombre de nombre Sebastiano; después que murió su esposa Martha, partió a vivir a otro lugar, lejos de aquella tierra que le vio nacer pero que, le traía grandes recuerdos de su amada esposa. Tomó todas sus pertenencias y se fue con sus dos hijos a un país llamado “Bonanza” y allí comenzó a labrar y sembrar las buenas semillas que traía consigo.
Pasaron los días y la tierra le recompensó con grandes cosechas de trigo, maíz y arroz. Aquel hombre que llegó con poco en sus manos, en pocos años se convirtió en un gran hacendado, hombre sabio y muy respetado en el pueblo. Ya no lo veían como extranjero sino como uno de sus conciudadanos.
Sus dos hijos; Raymond y Gregory le ayudaban con el trabajo cotidiano de cada día, ya fuera en la labranza, con los rebaños de ovejas, con los caballos, vacas o terneros. Fue tanta su prosperidad que muy pronto compró las tierras vecinas para el pastoreo de sus rebaños. Su fama de hombre justo corrió por toda la comarca a tal punto que, llegaban jornaleros de muy lejos ofreciéndose trabajar para él a cambio del pan de cada día; pero, este hombre, no solamente les daba la ración diaria sino también, les proporcionaba techo, abrigo y pagaba el justo salario a todos por igual.

Su hijo menor Gregory le dijo un día: “Papá, deseo ir a recorrer el mundo, conocerlo y andar por él; por favor, concédeme la parte de la hacienda que me corresponde”. Sebastiano su padre, llamando a su hijo mayor Raymond les dijo a ambos: “He aquí les doy por igual a cada uno la porción que les corresponde de todas mis posesiones. Pueden construir cerca de aquí, comprar, casarse, formar una familia; lo que ustedes deseen”.

Pasados pocos días, Gregory pasó por alto el consejo de su padre y vendió su herencia. Tomó el dinero de la venta de sus bienes y partió a recorrer ese mundo lejano que tanto deseaba conocer.

Llegó a un pueblo llamado “Vive como quieras” y ahí gastó todo su dinero comprando placer, jugando a las cartas, embriagándose con extraños. Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella región a causa del señor de ese pueblo, ya que solo él autorizaba que comprar o que vender, quién comía o quién no.
Conociendo de agricultura y ganadería, fue a buscar algún trabajo en los campos; pero nadie lo contrataba ya que no sabía hablar el idioma de aquella nación. Era tanta el hambre, el frío y soledad que pasaba cada día en aquel lugar que, deseaba la comodidad de su hogar, junto a su papá y hermano.

Un día, levantó sus ojos al cielo y dijo entre sí: “¿Cuántos trabajadores en casa de mi papá tienen abundancia de comida y techo, y yo aquí perezco de hambre?”. Entonces dijo entre sí: mañana, muy temprano me levantaré e iré a la casa de mi padre y cuando lo vea le diré: “Papá, quiero pedirte perdón por no escuchar tus consejos acerca de “sembrar y recoger”. No merezco ser llamado tu hijo, quiero ser como uno de tus jornaleros y trabajar por el pan de cada día”.

A la mañana siguiente, al salir el sol; partió a la tierra de su familia. Caminó durante tres días, alimentándose de algunas frutas que encontró en el camino y durmiendo bajo la sombra de algún árbol. Durante el camino, estuvo meditando acerca de todo lo que le había acontecido en este tiempo fuera de su casa y de cómo perdió su herencia. Al tercer día, cuando el sol estaba por ocultarse sobre el horizonte; su padre, que desde que él se fue, acostumbraba sentarse cada tarde en lo alto de la peña que daba al camino, y entonces; su padre lo vio desde lejos y se alegró su corazón con gran amor hacia su hijo.

Gregory corrió a su padre y se postró a sus pies con gran arrepentimiento y lamento. Pero su padre, enjugando sus lágrimas lo levantó y lo abrazó con gran ternura y compasión, le llenó de besos y dijo a sus jornaleros: lleven a mi hijo a su habitación, tomen un vestido nuevo, el mejor y vístanle; y en aquel momento, el padre tomó su anillo y lo puso en su mano, se quitó sus zapatos y se los puso; y dijo a gran voz: “esta noche haremos una gran fiesta porque, perdí un hijo y Dios me ha recompensado con otro”.

Raymond, su hijo mayor, cuando volvía del campo preguntó, ¿a qué se debe la fiesta? Le dijeron: “tu hermano Gregory ha vuelto y tu padre ha hecho matar el mejor ternero para un asado, contrató unos cantores para la fiesta y te espera para la celebración”.

Entonces se enojó muchísimo y no quería entrar a la casa. Salió su padre a recibirlo y le suplicaba que participara de la fiesta, pero él no quería y le dijo su hijo: “por muchos años te he acompañado en el trabajo y nunca he desobedecido tus órdenes y ni siquiera me has dado un becerro para compartirlo con mis amigos, pero, éste tu hijo, que ha gastado todo tu dinero viviendo perdidamente, les haces fiesta e invitas a todo el pueblo”.

Entonces el padre le dice: “hijo, ciertamente tu has sido mi administrador y consejero, tú eres mi brazo derecho en quien he confiado toda la hacienda y quiero decirte que; todas las cosas que hay aquí son tuyas, el rancho, los rebaños, la cosecha, todo es tuyo; no tienes que pedirme permiso para tomar alguna cosa porque han sido tuyas desde que se fue tu hermano. Ciertamente, el dinero se puede perder por malas decisiones o circunstancias ajenas; pero el Amor permanece para siempre. Puedes traer cuando quieras a tus amigos y amigas a esta tu casa pero; era necesario hacer esta gran fiesta y que todos nos alegráramos porque, este tu hermano estaba muerto y ha revivido, se había perdido y se encontró a sí mismo”.

Entonces, su hijo mayor comprendió las palabras sabias de su padre y le dijo: “Padre, perdóname por pensar y decir estas cosas feas de mi hermano; a la verdad, yo también lo quiero y me hacía falta verlo. Podemos darle una parte de la hacienda para que comience una nueva vida y viva con nosotros”, y llamando a Gregory, lo abrazó, lo besó y también besó a su padre.

Se dice en aquella región que, aquella fiesta duró siete dias en celebraciones y aquel hombre llegó a ser un gran patriarca que vivió por muchos años, sus hijos eligieron esposas para sí y llenaron su casa de hijos e hijas.

"Adaptación bíblica de Rabee"

17 nov 2008

La Familia (enfoque sistémico)


LA FAMILIA EN TIEMPOS DE TRANSICIÓN



La familia es una institución que forma parte de la sociedad y de todas las sociedades; adoptando formas diversas según la geografía e historia de los pueblos y según los tiempos que se encuentren viviendo.
Entre ambas, sociedad y familia, existe una relación e influencia de doble vía. Por ello, la familia adquiere y tiene características que van cambiando de acuerdo a los cambios sociales e históricos. Asimismo, la familia reproduce, en los individuos, las características que la sociedad se encuentra interesada en perpetuar.

En este momento, como a lo largo de la humanidad, la familia se encuentra en cambio y dicho movimiento es sentido por cada uno de los miembros del sistema familiar de acuerdo a sus características: pertenencia al subsistema, roles que desempeñan, sexo y edad, entre otras.

La transición es permanente. En ocasiones, esa transición es más o menos lenta y las personas se percatan o no de la misma. Independientemente de ello el cambio se está produciendo y se requiere flexibilidad en los subsistemas familiares para que la convivencia sea enriquecedora para todos los miembros. De lo contrario, sobrevienen crisis significativas o desajustes importantes.

Permanentemente, es a través del proceso de socialización primaria y secundaria que la familia perpetúa la ideología vigente y por tanto, enseña conceptos diversos. Entre ellos, el concepto de mujer y de hombre; así como los roles que le son asignados a cada género.

Definitivamente la socialización tiene un efecto duradero en la organización personal y social de cada individuo y tiene expresión a través de la personalidad.

La socialización tiene similitud con el disco duro de un sistema computarizado. Es más fácil variar el contenido de un único archivo en un disquete que la totalidad de archivos en el disco duro. De ahí, que los cambios en la concepción de las personas muchas veces son difíciles. Así ocurre con las concepciones de los hombres y las mujeres sobre el mundo, el ser hombre o mujer, el ser madre, el ser padre, el ser esposa, esposo, etc.

Aunque para la evolución plena y armónica de los miembros del sistema familiar es necesario estar abierto a los cambios; la socialización rara vez nos prepara para ellos. De ahí que a dichos cambios se les suele atribuir grandes cuotas de sufrimiento.

Por ejemplo, para la generación que ahora tiene más de 40 años, el concepto de que el matrimonio y la pareja no es para siempre es un aprendizaje que apareció posterior a su socialización o apareció, solo como pequeñas pinceladas.

Con frecuencia, dicho conocimiento se encuentra en la esfera racional y el discurso de las personas suele ser de corte contemporáneo. Como resultado el disco duro tiene información tradicional o bien una mezcla. De ahí que los miembros del subsistema tienen conceptos tradicionales o contradictorios en torno a la estructura de la familia, las relaciones y roles de los subsistemas, etc.

Siguiendo con el mismo ejemplo, se incluye en el mapa de lo posible el divorcio o la separación de las parejas; pero esto es vivido con grandes cuotas de confusión, conflicto, ambivalencia y dolor.

Frecuentemente, nos encontramos, sosteniendo posiciones filosóficas e ideológicas que nos sorprenden por lo tradicionales cuando pensábamos ¡qué modernos somos!.

A manera de ejemplos, en este momento en Costa Rica, es difícil asumir con, naturalidad, que la mujer pueda ser la única proveedora económica y el hombre pueda ser el encargado de la casa. Todavía no es aceptado, por una proporción significativa de la sociedad, la igualdad real dentro de la familia.

Ya se acepta, con naturalidad, que la familia puede estar conformada por padre, madre, hijos o por madre o padre e hijo (os) y todas las combinaciones posibles. Se acepta que los hombres y las mujeres tengan una elección sexual diversa pero no es aceptable que homosexuales o lesbianas constituyan una familia con hijos, etc.

Las personas (hombres y mujeres) pueden acudir a estrategias de sobrevivencia que como tales permiten sobrevivir pero que dificultan el crecimiento personal y del sistema familiar: aceptar ser tradicionales, negar las contradicciones y dificultades, idealizarse e idealizar al otro, mantenerse a la defensiva y asumir posiciones agresivas, tornarse cínicas en sus relaciones, temer al compromiso afectivo, etc. y tomar posiciones que corresponden a estas visiones.

Es claro, que sobre el concepto de familia es necesario mantener una posición de construcción continua, de amplitud existencial y de reflexión. Las personas que no logran esta actitud o se enquistan en una fase tienen el riesgo de rigidizarse y por tanto, vivirán con más dolor y dificultades los cambios de los tiempos y por tanto de la familia.

Los cambios socioeconómicos producidos han generados cambios en los roles de cada una de las personas. En este momento, en Costa Rica se vive un periodo de transición en el cual es difícil tener una pareja o una familia porque cada uno de los miembros suele tener una idea diferente de su rol y el que debe desempeñar el otro. Esto suele generar frecuentes conflictos, diversas expectativas y por tanto, diversas frustraciones.

A todo lo anterior, se agrega el hecho de que la dinámica en las familias se vive y raras veces se analiza. Se llega al análisis cuando lo cotidiano es inmanejable y amenaza con la disolución de los contratos de pareja o se ha identificado un chivo emisario.

Dado que según lo que se sostiene en este ensayo, es difícil vivir en pareja y familia en tiempos de transición, en Costa Rica, en el 2004; ¡viva la terapia familia sistémica! como un intento de pensar, analizar y aprender nuevas visiones que permitan movimiento y cambio sostenido a los miembros de este importante sistema: la familia.

6 oct 2008

Quién teme sufrir, sufre de temor

“Quien teme sufrir sufre de temor”

Miedos y temores
MS.c Ana Cristina Vargas
http://familyhome.weebly.com

Muchas veces cuando le preguntamos a los adultos, de nuestra cultura, sobre sus temores suelen decir que no le temen a nada. Especialmente, los varones adultos suelen dar esa respuesta. Cuando se les insiste en que traten de hacer contacto con su vida emocional y localicen algún miedo con mucho esfuerzo talvez encuentren uno por ahí.

Bueno, es conocido que, socialmente, a los hombres se les inculca el mandato de ser “fuertes y valientes” en relación a algunas temáticas de la vida aunque ello les signifique duros esfuerzos y una fuerte disociación en cuanto a los correspondientes sentimientos y por tanto, lesiona su capacidad de hacer contacto con su intimidad emocional.

La socialización y formación de las mujeres es distinta. Se nos permite y fomenta el contacto con los sentimientos. Esto parece estar relacionado con el hecho de que se les permite aceptar, con mayor frecuencia, que experimentamos temores.

Sin embargo, es a los niños a quienes se les autoriza, socialmente, a reconocer sus miedos y en muchas ocasiones se les asusta con historias por el simple placer de verlos atemorizados. Entonces parece ser la infancia el periodo de la vida donde los miedos son vistos como naturales y por ello a nadie le extraña que un niño diga o demuestre que tiene miedo. Pareciera que este último pertenece al territorio emocional de los niños y de las mujeres. Será que a los miedos y a los temores se les asocia con debilidad, fragilidad y a su vez estas son atribuidas, erróneamente, a los niños (as) y a las mujeres.

Pero ¿qué se entiende por miedo o temor?. El diccionario de la Enciclopedia Encarta nos dice que miedo es la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. También, nos dice que temor es la pasión del ánimo que produce recelo, aprensión que hace huir o rehusar aquello que se considera daño, arriesgado o peligroso.

Pues la verdad es que todos los seres humanos manejamos miedos. Algunos dirán que temen a las cucarachas, a los sapos, a las arañas, a hablar en público, a no dar la talla, a perder el empleo, a enfermar gravemente y experimentar dolor, al abandono de los seres queridos, etc. Lo deseable es que estos miedos no sean tan intensos e irracionales como para que nos impidan llevar la cotidianeidad de la vida.

También, es esperable que existan diversas escenas a las que temamos. Así sucede en los procesos de la adopción. No solo los niños experimentan fuertes temores sino también los padres que adoptan temen a diversos aspectos relacionados con la nueva experiencia.

Estos suelen temer el ser rechazados por sus nuevos hijos, de no gustarle y que me rechace, de que añore a sus progenitores y no me quiera a mi,
Asimismo, pueden presentar temores asociados con su historia de vida: podré ponerle límites sin maltratarlo, podré ser diferente a mi madre que me abandonó cuando yo era niño (a).

En el caso de los niños que fueron abandonados por los progenitores, que son sobrevivientes de maltrato físico, emocional o sexual o bien que vivieron algunos periodos significativos de su vida en una institución (albergue, hogarcito) con frecuencia experimentan sentimientos encontrados y contradictorios con respecto a ser adoptados y tener padres adoptivos.

Por un lado, lo desean fervientemente pues esto les haría pasar a la categoría de ser iguales a todos los niños que tienen papá y mamá, con todo lo que ello conlleva. Por otro lado, pareciera que quieren que fracase o se interrumpa esta nueva realidad.

Aquí es importante retomar el hecho de que los niños (as) tienden a experimentar miedos y temores asociados con la experiencia de volver a tener y relacionarse con padres. Esta situación les convoca una fuerte inseguridad.

*Miedo en el sentido de experimentar una perturbación angustiosa pues sienten que existe una posibilidad de riesgo o daño real. Por ello, experimentan recelo y aprensión. Temor en el sentido de que su estado de ánimo ante la nueva situación les hacer querer huir o rehusar la misma por considerar que puede causarle daño, que es peligroso o arriesgado; tal y como les ocurrió en tiempos pasados con sus progenitores..

De ahí que, frecuentemente, los niños que se encontraban tranquilos, emocionalmente estables y con sentimientos de pertenencia y seguridad en el hogarcito o el albergue entran en un estado de fuerte ansiedad cuando aparece la oportunidad de contar con unos nuevos padres. Este estado alterado sobreviene, generalmente, después de transcurridos los primeros días de convivencia los cuales suelen ser similares a una “luna de miel” donde todo es satisfactorio.

Después de esta breve fase la mayor parte de los padres adoptivos se sorprenden cuando observan el comportamiento alterado de los niños (as) pues pensaban que por el hecho de tener unos padres y una familia esto daría tranquilidad y un estado de felicidad, diríamos, automático en el niño (a). Se sorprenden de que esto no sea así y empiezan a ponerse en movimiento los miedos de los padres. Empiezan a pensar será que no le gusto como papá o mamá, será que no me va a querer, será que no doy la talla?.

Si los padres se adentran en el territorio de su inseguridad podrían darse situaciones que promueven mayores niveles de inseguridad y temor en los niños; a su vez se podría generar riesgo de interrupción de la adopción.

Es aquí donde se necesita, como en muchos otros futuros momentos, que el padre y la madre adoptiva manejen asertivamente sus miedos, se ubiquen en el lugar del adulto y se coloquen fuertemente en la silla de padre o madre para que con su actitud le brinden seguridad a su hijo o hija.

Si por el contrario, los padres están mal sentados, digamos en la orilla o la punta de la silla ellos tendrían que dedicar parte de su tiempo y energías en mantener su posición. Esto les distraería con respecto a lo que necesitarían hacer en su lugar parental o bien podrían tambalear o caer por un movimiento propio o ajeno.

El asunto es que los niños que suelen ser sujetos de adopción ya experimentaron, en los primeros tiempos de sus vidas, que cuando las cosas no andaban bien los progenitores los abandonaron o maltrataron. En muchos casos los niños internalizaron que ellos tienen alguna responsabilidad de dicho abandono. De ahí que sus miedos iníciales giran en torno a esto. A que los nuevos padres se vuelvan “monstruos malvados” que los maltraten o no los quieran.

En nuestra cultura es común decir, erróneamente, cuando se experimentan conflictos en la relación padres e hijos, “hijo no lo tengo amarrado”. Refiriéndose al hecho de que puede marcharse si así lo desea si no acata las reglas del hogar. Sucede que en los procesos de adopción esto no es recomendable de pronunciar. Aquí el comentario, se convierte en una amenaza real que por tanto se enmarca en el mapa de lo posible. Al niño (a) ya le ocurrió. El incluir nuevamente esta posibilidad le ocasionará un altísimo grado de angustia y, probablemente, se verá impulsado a realizar conductas límites o difíciles, de desafío y prueba de la tolerancia de los padres.

En este punto es necesario considerar que el niño (a) podrá relajarse y su comportamiento se tornará estable, tranquilo y manejable. hasta que logre comprobar que no ocurrirá una situación de abandono, rechazo o maltrato.

Lo anterior, es un pasaje normal dentro del desarrollo evolutivo de un proceso de adopción. Probablemente, será de mayor dificultad si los padres utilizan una amenaza como la que se detalló.

Bueno y por qué suelen hacerlo los padres adoptivos. Por temor. Porque también temen ser rechazados, porque sus miedos giran en torno a ser comparados con los progenitores y salir perdedores en dicha referencia.

Entonces veamos lo que ha resultado de gran utilidad en este tipo de momentos y situaciones. Se considera importante el mostrarle a los niños (as) que existe un verdadero compromiso afectivo hacia él o ella, que ahora es el hijo (a), que es miembro (a) de la familia, que los problemas se resuelven en casa y en la familia sin pensar en retirarse de ella y sobre todo, que existe un amor incondicional para él o ella independiente de su comportamiento. Que se le ama a él o ella. Esto será de gran ayuda para la estabilidad emocional del hijo (a).

¡Claro, esto del amor incondicional es más fácil decirlo que hacerlo!. Cuando un niño escupe a los adultos en público, cuando patea a los otros niños o adultos, cuando grita fuerte y repetidamente por un motivo insignificante y los vecinos piensan que lo “están matando”, cuando dice “yo quiero a mi mamá pero a usted no (el papá) porque es viejo y feo”, cuando se escapa de la escuela y se va caminando solo (a) sin querer subir al carro o cuando dice “si pudiera viviría con mi primera mamá” se requiere de una fuerte motivación y decisión de amar a ese hijo (a) en esta primera fase de ajuste y adaptación familiar.

Por eso, decimos que no es fácil el amor incondicional pero es absolutamente indispensable cuando se trata de un hijo (a). Además, es posible cuando los padres se encuentran preparados, son comprensivos, le explican y acompañan a los niños en el proceso y, sobretodo, no activan sus propios miedos.

Después, de pasados los primeros tiempos del ajuste, los niños podrían experimentar el miedo de que sus nuevos padres mueran, no regresen por ellos a la escuela o la guardería, que no regresen del trabajo y por tanto, los niños (as) temen el verse expuestos nuevamente a quedarse solos.

Estos temores pueden, demostrarlos con conductas difíciles e inesperadas de acuerdo a su edad. Por ejemplo, podrían llegar muy alterados de la escuela sin una razón conocida, podrían desarrollar apego ansioso (no alejarse de los padres en ningún momento ni lugar incluyendo en el interior de la casa) y llorar intensamente porque no desean quedarse en la guardería o el kínder, asumir el ir a la escuela como un castigo, comerse las uñas y querer que sus padres pasen todo el día con ellos.

Cuando se presente alguno de estos comportamientos es necesario que los padres y madres se pregunten e indaguen qué será lo que sucede y no se queden en el solo poner límites; lo cual quizá tengan que hacerlo pero será una tarea secundaria. En muchas ocasiones los padres podrían pensar que se trata de “malos comportamientos” y acuden a las correcciones de la conducta. Sin embargo, aquí interesa, en primer lugar brindar contención afectiva a los niños (as); de tal forma que ellos vuelvan a restituir su sentido de seguridad.

¿Cómo se puede lograr lo anterior?. Cuando profundizamos sobre los sentimientos que originan estos comportamientos. En esas circunstancias solemos encontrarnos con la aparición del miedo a perder los seres amados tal y como sucedió en el pasado.

Estos son miedos lógicos. No son miedos irracionales pues como dijimos les ocurrió en el pasado. Obtener seguridad y apego seguro es un proceso que llevará, a veces, varios años y muchas curitas y vendajes emocionales por parte de los padres hacia su hijo (a) hasta que la herida sane y se convierta en una cicatriz que no causa ninguna molestia significativa.

Por ejemplo, Jorge es un precioso, inteligente y amoroso niño de cinco años. Durante el primer año de convivencia con sus nuevos padres acudió a una escuela donde ellos lo trasladaban personalmente. Sin embargo, al año siguiente fue matriculado en otra escuela que se consideró más apropiada para su desarrollo. Por esta razón, él estuvo muy contento. Sobretodo, estaba fascinado con la idea de viajar en microbús; cosa que hizo alegremente desde el segundo día.

Siempre había viajado en el carro de sus papás de forma totalmente despreocupada. Pero cuando hizo el primer viaje en microbús y encontró a su mamá esperándolo en el portón de la casa se le abrazó a las piernas llorando intensamente. Finalmente, le dijo lo feliz que estaba de volver a verla y de que ella no lo dejara perderse. Ese mismo día memorizó, con lujo de detalles, la dirección exacta de la casa, el número telefónico y los datos de sus padres.

Por su parte, Jesús es un niño con gran capacidad para trabajar y focalizar sobre sus sentimientos. Los vive con gran intensidad y se asustó mucho cuando le sobrevino el pensamiento de que su mamá podría morir. Se preguntó ¿qué sería de mi si eso ocurriera?

Después de algunos fuertes e inesperados berrinches logró decirle a la mamá sobre lo que le atormentaba. Le dijo “si murieras yo tendría que caminar solo”. Logró tranquilizarse cuando la madre asumió el tema con sentido de realidad, sin minimizar, sin exagerar y sin negar la posibilidad.

Le explicó lo comprometida y precavida que es cuando de la seguridad de su hijo se trata. Le explicó que en su testamento ha nombrado a las personas que pueden y han aceptado hacerse cargo de ser sus nuevos padres si eso ocurriera. También, le dijo que sus abuelitos vendrían en su pronto auxilio; de tal manera que no estaría solo en la vida sino que tendría seres que lo amarían y lo acompañarían. Entonces, más tranquilo Jorge dijo: “bueno, tendrían que venir en Jet”. O sea, lo único que falta de esas previsiones es que me asuman de forma inmediata. ¡Este niño es simplemente una maravilla que Dios ha hecho!.

Todo lo anterior apunta a que, en el proceso de construcción de una familia cuya unión original se dio a través de la adopción, tanto los padres como los hijos pasarán por diversos momentos en que aparecerán sentimientos de temor y miedos naturales y propios del proceso que viven. El considerarlos de esta manera, les ayudará a superarlos progresivamente y a ayudarse mutuamente. En especial, serán los padres los llamados a ayudar a los hijos a superar con amor, compresión y conocimientos estos pasajes de su mutua historia personal y familiar..


Bibliografía:
Enc.Encarta.