11 dic 2008

Una Familia Especial en tiempos de crisis

Una Familia Especial en tiempos de crisis.

Era el pueblo más pequeño de aquel país y el más alejado de la capital cuyo nombre era Efrata, donde sus habitantes en su mayoría se dedicaban al pastoreo de sus ovejas y uno que otro a la agricultura. Ahí crecieron aquellos jóvenes ya que tenían algo en común: de todas las familias; eran las más pequeñas del pueblo y de éstas, las más pobres. Pero para ellos esto no era obstáculo para mirarse con cierto afecto. Compartían la merienda e iban a la misma “escuela”.

El nombre de él era José Jacob, un humilde artesano que por no tener muchos recursos económicos para comprar algunas ovejas, se dedicada a la artesanía en madera. Ella, Ana María, una joven hermosa, de ojos color miel y piel morena marcada por el sol de aquella tierra olvidada por sus gobernantes.

Conociendo la costumbre del pueblo, donde no se les permitía ni siquiera caminar juntos ni mucho menos tomarse de la mano, decidieron ambos, hablar de sus intenciones con sus familias y comprometerse para unirse en matrimonio. Esto fue recibido con mucho agrado por su padre y por su futuro suegro. Así que decidieron poner una fecha no muy lejana para contraer nupcias, y con esto; que el joven José Jacob tuviera tiempo para reunir algún capital y comprarle un buen regalo a la familia de su amada prometida.

Pasaron unos pocos meses después de aquella reunión familiar cuando un día, Ana María se encontró con un varón cuyas vestiduras eran blancas, alto y muy fornido. Este varón se acercó y le dijo con voz suave: “buenos días Ana María”, ella se asombró de que la llamara por su nombre y le respondió; “de dónde me conoce usted”; el varón continuó diciéndole; “tienes algo que todas las mujeres desearían tener; ser llena de la Gracia de Dios y sobre todo, ser elegida para ser la madre de un hijo no de este mundo terrenal sino del mundo celestial, por tanto; quedarás embarazada y tendrás un hijo y lo llamarás Christian Jesús”. Pero ¿cómo sucederá esto, ya que nunca he tenido relaciones sexuales con ningún hombre? “No te preocupes por esto ya que mi Señor Eloim enviará su Espíritu para cubrirte con su manto Santo y esta criatura que nacerá, será santísima en la presencia de mi Señor”. Ella le contestó, “si es así el asunto lo acepto pero, en realidad no entiendo nada de lo que me está diciendo. El problema es que ¿Cómo se lo voy a decir a mi prometido ya que pronto nos vamos a casar”, y aquel varón desapareció ante sus ojos.

Una noche, José Jacob se despertó muy sobresaltado por el sueño que recién había tenido, y a la mañana siguiente fue a la casa de Ana María y le contó diciendo: “soñé que un varón con vestiduras blancas llegó hasta mi cuarto y estando de pie ante mí me dijo: no te dé miedo de casarte mañana con tu mujer ya que ella está embarazada, no por ningún hombre sino por el Altísimo. Tendrán un hijo que llamarán Christian Jesús porque a éste escogió Eloim para liberarlos de sus opresores; así que, aunque contraerán matrimonio, no te acerques a ella ni le toques. Quiero que la recibas en tu casa y sean los padres adoptivos de este niño”.

Aquellos jóvenes se casaron al día siguiente y hubo gran algarabía en todo el pueblo, pero ellos; guardaron todo lo sucedido en su corazón y a nadie le contaron de su encuentro con aquel ser angelical.

Al acercarse el alumbramiento de Ana María, vinieron al país unos personajes importantes y se presentaron ante el gobernador del pueblo y le dijeron: ¿dónde está el futuro presidente de esta nación que ha nacido hoy”. Pero nadie les pudo dar información ya que desconocían del asunto. Pero viendo este gobernador corrupto y malvado los carruajes llenos de regalos que traían estas personas: oro, incienso y mirra, pensaron que se trataba de algún parroquiano muy adinerado y se dijeron unos a otros: “averigüemos dónde vive este niño para ir a matarlo a él y a su familia y quitarles todos estos tesoros” , pero estos personajes que venían de tan lejos, avisados por aquel ser angelical de las intenciones malvadas del gobernador, se regresaron a su país de origen por otro camino y le dijeron a José Jacob y a su esposa que huyeran a otro país.

Al pasar los años, conociendo esta familia que aquel gobernante malvado había muerto, decidieron regresar a su tierra natal e ir a la oficina de registro de nacimientos a inscribir a Christian Jesús como su propio hijo y también, los demás hijos e hijas que habían tenido en aquella tierra extranjera.

Fue así que, esta humilde familia creció y se convirtió en una gran familia noble, de buenos principios morales y espirituales, donde todos pregonaban el amor, la justicia y la paz; les decían a las personas que lucharan por sus ideales, a mantenerse firmes en el “camino” que su hermano les había indicado.
José Jacob se convirtió en todo un padre modelo, Ana María como la madre más amorosa de todas y Christian Jesús, todo un líder, luchador incansable por la igualdad de oportunidades para todos sin distingo de color ni de status social.

Se dice que este niño murió joven, defendiendo a los pobres y desposeídos; curando a los enfermos y gente sin fe ni esperanza de vida. Fundó la Universidad de la Ciencia y la Vida, aceptando a todos los estudiantes sin solicitar dinero; porque para él, lo más importante, era enseñar los principios de su Padre Eloim, aquel que lo envió y a él regresó el día que murió.

Sus hermanos y hermanas que crecieron junto a él, se casaron, tuvieron hijos, nietos; y a toda esta familia y a los graduados de la Universidad de la Ciencia y la Vida los comenzaron a llamar “cristianos” en memoria de su fundador.

"adaptación Bíblica por Rabee"

1 dic 2008

La Fuerza del Perdón




Aquel hombre de nombre Sebastiano; después que murió su esposa Martha, partió a vivir a otro lugar, lejos de aquella tierra que le vio nacer pero que, le traía grandes recuerdos de su amada esposa. Tomó todas sus pertenencias y se fue con sus dos hijos a un país llamado “Bonanza” y allí comenzó a labrar y sembrar las buenas semillas que traía consigo.
Pasaron los días y la tierra le recompensó con grandes cosechas de trigo, maíz y arroz. Aquel hombre que llegó con poco en sus manos, en pocos años se convirtió en un gran hacendado, hombre sabio y muy respetado en el pueblo. Ya no lo veían como extranjero sino como uno de sus conciudadanos.
Sus dos hijos; Raymond y Gregory le ayudaban con el trabajo cotidiano de cada día, ya fuera en la labranza, con los rebaños de ovejas, con los caballos, vacas o terneros. Fue tanta su prosperidad que muy pronto compró las tierras vecinas para el pastoreo de sus rebaños. Su fama de hombre justo corrió por toda la comarca a tal punto que, llegaban jornaleros de muy lejos ofreciéndose trabajar para él a cambio del pan de cada día; pero, este hombre, no solamente les daba la ración diaria sino también, les proporcionaba techo, abrigo y pagaba el justo salario a todos por igual.

Su hijo menor Gregory le dijo un día: “Papá, deseo ir a recorrer el mundo, conocerlo y andar por él; por favor, concédeme la parte de la hacienda que me corresponde”. Sebastiano su padre, llamando a su hijo mayor Raymond les dijo a ambos: “He aquí les doy por igual a cada uno la porción que les corresponde de todas mis posesiones. Pueden construir cerca de aquí, comprar, casarse, formar una familia; lo que ustedes deseen”.

Pasados pocos días, Gregory pasó por alto el consejo de su padre y vendió su herencia. Tomó el dinero de la venta de sus bienes y partió a recorrer ese mundo lejano que tanto deseaba conocer.

Llegó a un pueblo llamado “Vive como quieras” y ahí gastó todo su dinero comprando placer, jugando a las cartas, embriagándose con extraños. Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella región a causa del señor de ese pueblo, ya que solo él autorizaba que comprar o que vender, quién comía o quién no.
Conociendo de agricultura y ganadería, fue a buscar algún trabajo en los campos; pero nadie lo contrataba ya que no sabía hablar el idioma de aquella nación. Era tanta el hambre, el frío y soledad que pasaba cada día en aquel lugar que, deseaba la comodidad de su hogar, junto a su papá y hermano.

Un día, levantó sus ojos al cielo y dijo entre sí: “¿Cuántos trabajadores en casa de mi papá tienen abundancia de comida y techo, y yo aquí perezco de hambre?”. Entonces dijo entre sí: mañana, muy temprano me levantaré e iré a la casa de mi padre y cuando lo vea le diré: “Papá, quiero pedirte perdón por no escuchar tus consejos acerca de “sembrar y recoger”. No merezco ser llamado tu hijo, quiero ser como uno de tus jornaleros y trabajar por el pan de cada día”.

A la mañana siguiente, al salir el sol; partió a la tierra de su familia. Caminó durante tres días, alimentándose de algunas frutas que encontró en el camino y durmiendo bajo la sombra de algún árbol. Durante el camino, estuvo meditando acerca de todo lo que le había acontecido en este tiempo fuera de su casa y de cómo perdió su herencia. Al tercer día, cuando el sol estaba por ocultarse sobre el horizonte; su padre, que desde que él se fue, acostumbraba sentarse cada tarde en lo alto de la peña que daba al camino, y entonces; su padre lo vio desde lejos y se alegró su corazón con gran amor hacia su hijo.

Gregory corrió a su padre y se postró a sus pies con gran arrepentimiento y lamento. Pero su padre, enjugando sus lágrimas lo levantó y lo abrazó con gran ternura y compasión, le llenó de besos y dijo a sus jornaleros: lleven a mi hijo a su habitación, tomen un vestido nuevo, el mejor y vístanle; y en aquel momento, el padre tomó su anillo y lo puso en su mano, se quitó sus zapatos y se los puso; y dijo a gran voz: “esta noche haremos una gran fiesta porque, perdí un hijo y Dios me ha recompensado con otro”.

Raymond, su hijo mayor, cuando volvía del campo preguntó, ¿a qué se debe la fiesta? Le dijeron: “tu hermano Gregory ha vuelto y tu padre ha hecho matar el mejor ternero para un asado, contrató unos cantores para la fiesta y te espera para la celebración”.

Entonces se enojó muchísimo y no quería entrar a la casa. Salió su padre a recibirlo y le suplicaba que participara de la fiesta, pero él no quería y le dijo su hijo: “por muchos años te he acompañado en el trabajo y nunca he desobedecido tus órdenes y ni siquiera me has dado un becerro para compartirlo con mis amigos, pero, éste tu hijo, que ha gastado todo tu dinero viviendo perdidamente, les haces fiesta e invitas a todo el pueblo”.

Entonces el padre le dice: “hijo, ciertamente tu has sido mi administrador y consejero, tú eres mi brazo derecho en quien he confiado toda la hacienda y quiero decirte que; todas las cosas que hay aquí son tuyas, el rancho, los rebaños, la cosecha, todo es tuyo; no tienes que pedirme permiso para tomar alguna cosa porque han sido tuyas desde que se fue tu hermano. Ciertamente, el dinero se puede perder por malas decisiones o circunstancias ajenas; pero el Amor permanece para siempre. Puedes traer cuando quieras a tus amigos y amigas a esta tu casa pero; era necesario hacer esta gran fiesta y que todos nos alegráramos porque, este tu hermano estaba muerto y ha revivido, se había perdido y se encontró a sí mismo”.

Entonces, su hijo mayor comprendió las palabras sabias de su padre y le dijo: “Padre, perdóname por pensar y decir estas cosas feas de mi hermano; a la verdad, yo también lo quiero y me hacía falta verlo. Podemos darle una parte de la hacienda para que comience una nueva vida y viva con nosotros”, y llamando a Gregory, lo abrazó, lo besó y también besó a su padre.

Se dice en aquella región que, aquella fiesta duró siete dias en celebraciones y aquel hombre llegó a ser un gran patriarca que vivió por muchos años, sus hijos eligieron esposas para sí y llenaron su casa de hijos e hijas.

"Adaptación bíblica de Rabee"

17 nov 2008

La Familia (enfoque sistémico)


LA FAMILIA EN TIEMPOS DE TRANSICIÓN



La familia es una institución que forma parte de la sociedad y de todas las sociedades; adoptando formas diversas según la geografía e historia de los pueblos y según los tiempos que se encuentren viviendo.
Entre ambas, sociedad y familia, existe una relación e influencia de doble vía. Por ello, la familia adquiere y tiene características que van cambiando de acuerdo a los cambios sociales e históricos. Asimismo, la familia reproduce, en los individuos, las características que la sociedad se encuentra interesada en perpetuar.

En este momento, como a lo largo de la humanidad, la familia se encuentra en cambio y dicho movimiento es sentido por cada uno de los miembros del sistema familiar de acuerdo a sus características: pertenencia al subsistema, roles que desempeñan, sexo y edad, entre otras.

La transición es permanente. En ocasiones, esa transición es más o menos lenta y las personas se percatan o no de la misma. Independientemente de ello el cambio se está produciendo y se requiere flexibilidad en los subsistemas familiares para que la convivencia sea enriquecedora para todos los miembros. De lo contrario, sobrevienen crisis significativas o desajustes importantes.

Permanentemente, es a través del proceso de socialización primaria y secundaria que la familia perpetúa la ideología vigente y por tanto, enseña conceptos diversos. Entre ellos, el concepto de mujer y de hombre; así como los roles que le son asignados a cada género.

Definitivamente la socialización tiene un efecto duradero en la organización personal y social de cada individuo y tiene expresión a través de la personalidad.

La socialización tiene similitud con el disco duro de un sistema computarizado. Es más fácil variar el contenido de un único archivo en un disquete que la totalidad de archivos en el disco duro. De ahí, que los cambios en la concepción de las personas muchas veces son difíciles. Así ocurre con las concepciones de los hombres y las mujeres sobre el mundo, el ser hombre o mujer, el ser madre, el ser padre, el ser esposa, esposo, etc.

Aunque para la evolución plena y armónica de los miembros del sistema familiar es necesario estar abierto a los cambios; la socialización rara vez nos prepara para ellos. De ahí que a dichos cambios se les suele atribuir grandes cuotas de sufrimiento.

Por ejemplo, para la generación que ahora tiene más de 40 años, el concepto de que el matrimonio y la pareja no es para siempre es un aprendizaje que apareció posterior a su socialización o apareció, solo como pequeñas pinceladas.

Con frecuencia, dicho conocimiento se encuentra en la esfera racional y el discurso de las personas suele ser de corte contemporáneo. Como resultado el disco duro tiene información tradicional o bien una mezcla. De ahí que los miembros del subsistema tienen conceptos tradicionales o contradictorios en torno a la estructura de la familia, las relaciones y roles de los subsistemas, etc.

Siguiendo con el mismo ejemplo, se incluye en el mapa de lo posible el divorcio o la separación de las parejas; pero esto es vivido con grandes cuotas de confusión, conflicto, ambivalencia y dolor.

Frecuentemente, nos encontramos, sosteniendo posiciones filosóficas e ideológicas que nos sorprenden por lo tradicionales cuando pensábamos ¡qué modernos somos!.

A manera de ejemplos, en este momento en Costa Rica, es difícil asumir con, naturalidad, que la mujer pueda ser la única proveedora económica y el hombre pueda ser el encargado de la casa. Todavía no es aceptado, por una proporción significativa de la sociedad, la igualdad real dentro de la familia.

Ya se acepta, con naturalidad, que la familia puede estar conformada por padre, madre, hijos o por madre o padre e hijo (os) y todas las combinaciones posibles. Se acepta que los hombres y las mujeres tengan una elección sexual diversa pero no es aceptable que homosexuales o lesbianas constituyan una familia con hijos, etc.

Las personas (hombres y mujeres) pueden acudir a estrategias de sobrevivencia que como tales permiten sobrevivir pero que dificultan el crecimiento personal y del sistema familiar: aceptar ser tradicionales, negar las contradicciones y dificultades, idealizarse e idealizar al otro, mantenerse a la defensiva y asumir posiciones agresivas, tornarse cínicas en sus relaciones, temer al compromiso afectivo, etc. y tomar posiciones que corresponden a estas visiones.

Es claro, que sobre el concepto de familia es necesario mantener una posición de construcción continua, de amplitud existencial y de reflexión. Las personas que no logran esta actitud o se enquistan en una fase tienen el riesgo de rigidizarse y por tanto, vivirán con más dolor y dificultades los cambios de los tiempos y por tanto de la familia.

Los cambios socioeconómicos producidos han generados cambios en los roles de cada una de las personas. En este momento, en Costa Rica se vive un periodo de transición en el cual es difícil tener una pareja o una familia porque cada uno de los miembros suele tener una idea diferente de su rol y el que debe desempeñar el otro. Esto suele generar frecuentes conflictos, diversas expectativas y por tanto, diversas frustraciones.

A todo lo anterior, se agrega el hecho de que la dinámica en las familias se vive y raras veces se analiza. Se llega al análisis cuando lo cotidiano es inmanejable y amenaza con la disolución de los contratos de pareja o se ha identificado un chivo emisario.

Dado que según lo que se sostiene en este ensayo, es difícil vivir en pareja y familia en tiempos de transición, en Costa Rica, en el 2004; ¡viva la terapia familia sistémica! como un intento de pensar, analizar y aprender nuevas visiones que permitan movimiento y cambio sostenido a los miembros de este importante sistema: la familia.

6 oct 2008

Quién teme sufrir, sufre de temor

“Quien teme sufrir sufre de temor”

Miedos y temores
MS.c Ana Cristina Vargas
http://familyhome.weebly.com

Muchas veces cuando le preguntamos a los adultos, de nuestra cultura, sobre sus temores suelen decir que no le temen a nada. Especialmente, los varones adultos suelen dar esa respuesta. Cuando se les insiste en que traten de hacer contacto con su vida emocional y localicen algún miedo con mucho esfuerzo talvez encuentren uno por ahí.

Bueno, es conocido que, socialmente, a los hombres se les inculca el mandato de ser “fuertes y valientes” en relación a algunas temáticas de la vida aunque ello les signifique duros esfuerzos y una fuerte disociación en cuanto a los correspondientes sentimientos y por tanto, lesiona su capacidad de hacer contacto con su intimidad emocional.

La socialización y formación de las mujeres es distinta. Se nos permite y fomenta el contacto con los sentimientos. Esto parece estar relacionado con el hecho de que se les permite aceptar, con mayor frecuencia, que experimentamos temores.

Sin embargo, es a los niños a quienes se les autoriza, socialmente, a reconocer sus miedos y en muchas ocasiones se les asusta con historias por el simple placer de verlos atemorizados. Entonces parece ser la infancia el periodo de la vida donde los miedos son vistos como naturales y por ello a nadie le extraña que un niño diga o demuestre que tiene miedo. Pareciera que este último pertenece al territorio emocional de los niños y de las mujeres. Será que a los miedos y a los temores se les asocia con debilidad, fragilidad y a su vez estas son atribuidas, erróneamente, a los niños (as) y a las mujeres.

Pero ¿qué se entiende por miedo o temor?. El diccionario de la Enciclopedia Encarta nos dice que miedo es la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario. También, nos dice que temor es la pasión del ánimo que produce recelo, aprensión que hace huir o rehusar aquello que se considera daño, arriesgado o peligroso.

Pues la verdad es que todos los seres humanos manejamos miedos. Algunos dirán que temen a las cucarachas, a los sapos, a las arañas, a hablar en público, a no dar la talla, a perder el empleo, a enfermar gravemente y experimentar dolor, al abandono de los seres queridos, etc. Lo deseable es que estos miedos no sean tan intensos e irracionales como para que nos impidan llevar la cotidianeidad de la vida.

También, es esperable que existan diversas escenas a las que temamos. Así sucede en los procesos de la adopción. No solo los niños experimentan fuertes temores sino también los padres que adoptan temen a diversos aspectos relacionados con la nueva experiencia.

Estos suelen temer el ser rechazados por sus nuevos hijos, de no gustarle y que me rechace, de que añore a sus progenitores y no me quiera a mi,
Asimismo, pueden presentar temores asociados con su historia de vida: podré ponerle límites sin maltratarlo, podré ser diferente a mi madre que me abandonó cuando yo era niño (a).

En el caso de los niños que fueron abandonados por los progenitores, que son sobrevivientes de maltrato físico, emocional o sexual o bien que vivieron algunos periodos significativos de su vida en una institución (albergue, hogarcito) con frecuencia experimentan sentimientos encontrados y contradictorios con respecto a ser adoptados y tener padres adoptivos.

Por un lado, lo desean fervientemente pues esto les haría pasar a la categoría de ser iguales a todos los niños que tienen papá y mamá, con todo lo que ello conlleva. Por otro lado, pareciera que quieren que fracase o se interrumpa esta nueva realidad.

Aquí es importante retomar el hecho de que los niños (as) tienden a experimentar miedos y temores asociados con la experiencia de volver a tener y relacionarse con padres. Esta situación les convoca una fuerte inseguridad.

*Miedo en el sentido de experimentar una perturbación angustiosa pues sienten que existe una posibilidad de riesgo o daño real. Por ello, experimentan recelo y aprensión. Temor en el sentido de que su estado de ánimo ante la nueva situación les hacer querer huir o rehusar la misma por considerar que puede causarle daño, que es peligroso o arriesgado; tal y como les ocurrió en tiempos pasados con sus progenitores..

De ahí que, frecuentemente, los niños que se encontraban tranquilos, emocionalmente estables y con sentimientos de pertenencia y seguridad en el hogarcito o el albergue entran en un estado de fuerte ansiedad cuando aparece la oportunidad de contar con unos nuevos padres. Este estado alterado sobreviene, generalmente, después de transcurridos los primeros días de convivencia los cuales suelen ser similares a una “luna de miel” donde todo es satisfactorio.

Después de esta breve fase la mayor parte de los padres adoptivos se sorprenden cuando observan el comportamiento alterado de los niños (as) pues pensaban que por el hecho de tener unos padres y una familia esto daría tranquilidad y un estado de felicidad, diríamos, automático en el niño (a). Se sorprenden de que esto no sea así y empiezan a ponerse en movimiento los miedos de los padres. Empiezan a pensar será que no le gusto como papá o mamá, será que no me va a querer, será que no doy la talla?.

Si los padres se adentran en el territorio de su inseguridad podrían darse situaciones que promueven mayores niveles de inseguridad y temor en los niños; a su vez se podría generar riesgo de interrupción de la adopción.

Es aquí donde se necesita, como en muchos otros futuros momentos, que el padre y la madre adoptiva manejen asertivamente sus miedos, se ubiquen en el lugar del adulto y se coloquen fuertemente en la silla de padre o madre para que con su actitud le brinden seguridad a su hijo o hija.

Si por el contrario, los padres están mal sentados, digamos en la orilla o la punta de la silla ellos tendrían que dedicar parte de su tiempo y energías en mantener su posición. Esto les distraería con respecto a lo que necesitarían hacer en su lugar parental o bien podrían tambalear o caer por un movimiento propio o ajeno.

El asunto es que los niños que suelen ser sujetos de adopción ya experimentaron, en los primeros tiempos de sus vidas, que cuando las cosas no andaban bien los progenitores los abandonaron o maltrataron. En muchos casos los niños internalizaron que ellos tienen alguna responsabilidad de dicho abandono. De ahí que sus miedos iníciales giran en torno a esto. A que los nuevos padres se vuelvan “monstruos malvados” que los maltraten o no los quieran.

En nuestra cultura es común decir, erróneamente, cuando se experimentan conflictos en la relación padres e hijos, “hijo no lo tengo amarrado”. Refiriéndose al hecho de que puede marcharse si así lo desea si no acata las reglas del hogar. Sucede que en los procesos de adopción esto no es recomendable de pronunciar. Aquí el comentario, se convierte en una amenaza real que por tanto se enmarca en el mapa de lo posible. Al niño (a) ya le ocurrió. El incluir nuevamente esta posibilidad le ocasionará un altísimo grado de angustia y, probablemente, se verá impulsado a realizar conductas límites o difíciles, de desafío y prueba de la tolerancia de los padres.

En este punto es necesario considerar que el niño (a) podrá relajarse y su comportamiento se tornará estable, tranquilo y manejable. hasta que logre comprobar que no ocurrirá una situación de abandono, rechazo o maltrato.

Lo anterior, es un pasaje normal dentro del desarrollo evolutivo de un proceso de adopción. Probablemente, será de mayor dificultad si los padres utilizan una amenaza como la que se detalló.

Bueno y por qué suelen hacerlo los padres adoptivos. Por temor. Porque también temen ser rechazados, porque sus miedos giran en torno a ser comparados con los progenitores y salir perdedores en dicha referencia.

Entonces veamos lo que ha resultado de gran utilidad en este tipo de momentos y situaciones. Se considera importante el mostrarle a los niños (as) que existe un verdadero compromiso afectivo hacia él o ella, que ahora es el hijo (a), que es miembro (a) de la familia, que los problemas se resuelven en casa y en la familia sin pensar en retirarse de ella y sobre todo, que existe un amor incondicional para él o ella independiente de su comportamiento. Que se le ama a él o ella. Esto será de gran ayuda para la estabilidad emocional del hijo (a).

¡Claro, esto del amor incondicional es más fácil decirlo que hacerlo!. Cuando un niño escupe a los adultos en público, cuando patea a los otros niños o adultos, cuando grita fuerte y repetidamente por un motivo insignificante y los vecinos piensan que lo “están matando”, cuando dice “yo quiero a mi mamá pero a usted no (el papá) porque es viejo y feo”, cuando se escapa de la escuela y se va caminando solo (a) sin querer subir al carro o cuando dice “si pudiera viviría con mi primera mamá” se requiere de una fuerte motivación y decisión de amar a ese hijo (a) en esta primera fase de ajuste y adaptación familiar.

Por eso, decimos que no es fácil el amor incondicional pero es absolutamente indispensable cuando se trata de un hijo (a). Además, es posible cuando los padres se encuentran preparados, son comprensivos, le explican y acompañan a los niños en el proceso y, sobretodo, no activan sus propios miedos.

Después, de pasados los primeros tiempos del ajuste, los niños podrían experimentar el miedo de que sus nuevos padres mueran, no regresen por ellos a la escuela o la guardería, que no regresen del trabajo y por tanto, los niños (as) temen el verse expuestos nuevamente a quedarse solos.

Estos temores pueden, demostrarlos con conductas difíciles e inesperadas de acuerdo a su edad. Por ejemplo, podrían llegar muy alterados de la escuela sin una razón conocida, podrían desarrollar apego ansioso (no alejarse de los padres en ningún momento ni lugar incluyendo en el interior de la casa) y llorar intensamente porque no desean quedarse en la guardería o el kínder, asumir el ir a la escuela como un castigo, comerse las uñas y querer que sus padres pasen todo el día con ellos.

Cuando se presente alguno de estos comportamientos es necesario que los padres y madres se pregunten e indaguen qué será lo que sucede y no se queden en el solo poner límites; lo cual quizá tengan que hacerlo pero será una tarea secundaria. En muchas ocasiones los padres podrían pensar que se trata de “malos comportamientos” y acuden a las correcciones de la conducta. Sin embargo, aquí interesa, en primer lugar brindar contención afectiva a los niños (as); de tal forma que ellos vuelvan a restituir su sentido de seguridad.

¿Cómo se puede lograr lo anterior?. Cuando profundizamos sobre los sentimientos que originan estos comportamientos. En esas circunstancias solemos encontrarnos con la aparición del miedo a perder los seres amados tal y como sucedió en el pasado.

Estos son miedos lógicos. No son miedos irracionales pues como dijimos les ocurrió en el pasado. Obtener seguridad y apego seguro es un proceso que llevará, a veces, varios años y muchas curitas y vendajes emocionales por parte de los padres hacia su hijo (a) hasta que la herida sane y se convierta en una cicatriz que no causa ninguna molestia significativa.

Por ejemplo, Jorge es un precioso, inteligente y amoroso niño de cinco años. Durante el primer año de convivencia con sus nuevos padres acudió a una escuela donde ellos lo trasladaban personalmente. Sin embargo, al año siguiente fue matriculado en otra escuela que se consideró más apropiada para su desarrollo. Por esta razón, él estuvo muy contento. Sobretodo, estaba fascinado con la idea de viajar en microbús; cosa que hizo alegremente desde el segundo día.

Siempre había viajado en el carro de sus papás de forma totalmente despreocupada. Pero cuando hizo el primer viaje en microbús y encontró a su mamá esperándolo en el portón de la casa se le abrazó a las piernas llorando intensamente. Finalmente, le dijo lo feliz que estaba de volver a verla y de que ella no lo dejara perderse. Ese mismo día memorizó, con lujo de detalles, la dirección exacta de la casa, el número telefónico y los datos de sus padres.

Por su parte, Jesús es un niño con gran capacidad para trabajar y focalizar sobre sus sentimientos. Los vive con gran intensidad y se asustó mucho cuando le sobrevino el pensamiento de que su mamá podría morir. Se preguntó ¿qué sería de mi si eso ocurriera?

Después de algunos fuertes e inesperados berrinches logró decirle a la mamá sobre lo que le atormentaba. Le dijo “si murieras yo tendría que caminar solo”. Logró tranquilizarse cuando la madre asumió el tema con sentido de realidad, sin minimizar, sin exagerar y sin negar la posibilidad.

Le explicó lo comprometida y precavida que es cuando de la seguridad de su hijo se trata. Le explicó que en su testamento ha nombrado a las personas que pueden y han aceptado hacerse cargo de ser sus nuevos padres si eso ocurriera. También, le dijo que sus abuelitos vendrían en su pronto auxilio; de tal manera que no estaría solo en la vida sino que tendría seres que lo amarían y lo acompañarían. Entonces, más tranquilo Jorge dijo: “bueno, tendrían que venir en Jet”. O sea, lo único que falta de esas previsiones es que me asuman de forma inmediata. ¡Este niño es simplemente una maravilla que Dios ha hecho!.

Todo lo anterior apunta a que, en el proceso de construcción de una familia cuya unión original se dio a través de la adopción, tanto los padres como los hijos pasarán por diversos momentos en que aparecerán sentimientos de temor y miedos naturales y propios del proceso que viven. El considerarlos de esta manera, les ayudará a superarlos progresivamente y a ayudarse mutuamente. En especial, serán los padres los llamados a ayudar a los hijos a superar con amor, compresión y conocimientos estos pasajes de su mutua historia personal y familiar..


Bibliografía:
Enc.Encarta.

22 sept 2008

La Semilla

Bambú japonés (autor desconocido)

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se impacienta frente a la semilla sembrada, halándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece por favor!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semilla infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un periodo de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó solo seis semanas crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento intenso y que éste requiere tiempo.

De igual manera, es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.

Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que “en tanto no bajemos los brazos” ni abandonemos por no “ver” el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo, dentro nuestro…

Estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando este al fin se materialice. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes…
Quizá solo estés echando raíces…

Si deseas encontrar un pasaje Bíblico que puede inspirarte, lée el Evangelio de San Mateo Cap. 13:1-9

19 sept 2008

Pepe el pajarito

Había una vez una familia de aves (Yigüirros) que tenía al papá pájaro, la mamá pájara y un pajarito llamado Pepe que ya sabía volar un poco. La mamá y el papá iban a buscar comida y lo dejaban en la escuelita de pajaritos. Algunas veces la mamá pajarita tenía que volar más lejos para traer comida. Entonces Pepe se sentía triste, sentía que se podía caer del nido y que ocupaba a su mamá. Pero un día se dio cuenta que podía caminar con sus propias patitas y volar con sus alitas. Además, podía jugar con sus amiguitos vecinos y su papá le daba la comida y lo acompañaba cuando él lo necesitaba. Se dio cuenta de que no lo pasaba mal cuando su mamá volaba lejos. Además, se dio cuenta que su mamá siempre lo amaba cuando estaba lejos y cuando regresaba, los dos volaban nuevamente junto al papá y se sentían felices. Y es que ese pajarito Pepe estaba creciendo y cada día podía entender mejor las cosas y ya no se angustiaba ni preocupaba. Comprendió que no se caía del nido porque podía caminar y volar. Además, se dio cuenta que su piquito no solo servía para comer sino también para pedir ayuda si lo ocupaba. Se sintió en paz porque se dio cuenta que estaba bien cuidado y él estaba creciendo cada día más fuerte y tranquilo.


Escrito por: MSs. Ana Cristina Vargas Aguero

crvargas@ice.co.cr

16 sept 2008

Abuso sexual


Abuso sexual en niños y niñas



El abuso sexual a niños y niñas es una situación que desearíamos que no le ocurriera a ninguno de los niños que conocemos y mucho menos a nuestros hijos o familiares cercanos. Sin embargo, es una realidad muy presente en nuestra sociedad costarricense del pasado y de la actualidad. Lo mejor es, sin caer en una actitud paranoide, tener los ojos abiertos y estar atentos a captar cualquier señal que nos indique que los niños (as) se encuentran siendo agredidos sexualmente por personas conocidas o desconocidas. Recordando no siempre es posible evitar que dicha agresión se presente inicialmente pues está comprobado que los mayores agresores son personas de confianza y miembros de la misma familia. A pesar de ello, sí es labor de los adultos, encargados de ese niño (a), evitar que la agresión vuelva a presentarse a partir de conocida la situación.

Es importante recordar que las conductas de los niños (as) no tienen una única causa pero las siguientes se presentan, con frecuencia, en situaciones de abuso sexual.

Bueno pero a qué situaciones debemos atender y asumir como señales o indicadores de que un abuso sexual se puede estar presentando? Sin una razón aparente los niños enfrentan temores y miedos significativos.
• Presentan pesadillas y miedos nocturnos.
• Trastornos alimentarios (comer por ansiedad o falta de apetito).
• Conducta erotizada no acorde con su edad.
• Conducta sexualizada inapropiada con adultos o con otros niños (as).
• Los niños revelan que algún adulto (a) ha tocado o toca, indebidamente, alguna parte privada de su cuerpo.

¿Qué hacer cuando nos enteramos que está ocurriendo una situación de abuso sexual a un niño (a)?
•En primer lugar y como prioridad máxima procurar la seguridad y protección física y emocional del niño (a). Lo anterior, significa que el o la agresora no puede permanecer en el mismo lugar que el niño (a) y la familia, a pesar del suceso precipitante de crisis, necesita tener capacidad de protección de la persona menor de edad.
•Para ello, se requiere creerle al niño (a) y no al adulto pero respetando que el niño (a) contará la situación cuando le sea posible y a la persona que considere pertinente y no necesariamente a los padres (primos, amigos, maestra). Es importante no ponerlo a repetir una y otra vez.
•Proteger al niño (a) de la crisis familiar que puede presentarse a raíz de la revelación.
•No demostrar enojo, incredulidad ni culpabilización hacia el niño (a).
•Buscar ayuda profesional para que ayude al niño (a) a manejar los sentimientos y las posibles secuelas de lo que le ha ocurrido y a la familia para que pueda lidiar con la posible crisis emocional-familiar y posibles decisiones legales.

La debida intervención familiar, la protección física y legal de nuevos abusos y la adecuada ayuda profesional se constituyen en los pilares de una auténtica y definitiva recuperación emocional de los (las) sobrevivientes de abuso sexual.

¿Qué se entiende por adopción?

Escritora señora MSc. Ana Cristina Vargas Aguero

César Belluscio afirma, desde el lugar de lo jurídico o legal, que “en términos generales la adopción es la institución en virtud de la cual se crea entre dos personas un vínculo similar al que se deriva de la filiación. Sus alcances varían, según los distintos ordenamientos jurídicos positivos los que inclusive reconocen distintos tipos de adopción, así como instituciones que extienden o reducen sus efectos, tales como la adopción plena y la custodia (1).

En este sentido, el concepto que plantea el Código de Familia costarricense parece corresponder al de una institución que extiende sus efectos y por tanto, ha ido superando la reducción que sostenía nuestra sociedad en tiempos que nos preceden.

El artículo 100 del Código de Familia dice: “La adopción es una institución jurídica de integración y protección familiar, orden público e interés social. Constituye un proceso jurídico y psicosocial, mediante el que el adoptado entra a formar parte de la familia de los adoptantes, para todos los efectos, en calidad de hijo o hija”.

Este concepto parece distar notablemente de lo que planteaba el artículo 177 del Código General de 1841. Según la Licda. Alfonsina Camacho la adopción era concebida como “un acto por el cual se recibe como hijo, al que lo es de otro naturalmente”. A su criterio, esta adopción se llamaba clásica y es lo que después se conoció como adopción simple. Como tal, carecía de la adecuada estructura legal y evidenciaba su carácter debutante en el marco jurídico costarricense.

Todavía en 1992, aunque esta autora hace un intento por presentar un análisis jurídico progresista del concepto de adopción (de carácter institucional, de orden público y de interés social) se trasluce un enfoque que arrastra posiciones legales e ideológicas notoriamente diferentes y retrógradas con respecto al actual concepto de adopción. Definía al hijo adoptivo como un hijo ajeno. Esta concepción, tuvo implicaciones psicosociales que lastimaban los derechos de todos los protagonistas de la adopción: adoptantes y adoptado (a). Aquí la pregunta es cómo ser un hijo (a), un padre o madre si todos son ajenos.

Con respecto a la definición que expresa el actual Código de Familia, el Lic. Luis Rojas, asesor jurídico del Patronato Nacional de la Infancia y ex miembro del Consejo Nacional de Adopciones afirma que el Código de Familia plantea de forma excepcional este concepto. Excepcional en el sentido de que lo plantea cuando para otros asuntos no se ocupa de definiciones. Desde su perspectiva, esto se debe a que el legislador no quiso dejar este concepto al creador de doctrina y lo definió con el propósito de favorecer la adecuada interpretación.

También, considera que el concepto es conciso y suficiente para las necesidades de los protagonistas de este proceso; pues evolucionó notablemente. Afirma, que es un concepto que no requiere modificaciones o ampliaciones. Fue enriquecido en 1995; aportándole no solo la dimensión jurídica sino dejando claro que también es un proceso psicosocial.

El Lic. Rojas analiza que los avances planteados en 1995 se refieren a que el concepto trascendió de un proceso jurídico a una visión jurídica. Incorpora otras aristas como la psicosocial. A esta conclusión puede agregarse que en ese caso la visión expresada es como la del águila.

Además, define a la adopción como un instituto jurídico y psicosocial poniendo énfasis sobre la riqueza que aporta lo interdisciplinario. En consecuencia, queda claro que la intervención, en sede administrativa y en sede judicial implica un abordaje integral e interdisciplinario de la adopción.

Además, el Lic. Rojas reconoce tres riquezas específicas en este concepto:

* Que la adopción es un instituto: un conjunto de acciones; no solo una acción. Si fuera este último el caso, sería una definición limitada. Instituto es el todo de muchas situaciones.

* Que la adopción no es un proceso legal.

* Define cuáles son los efectos: que el niño (a) entra a formar parte de una familia con los mismos derechos y condiciones que los hijos biológicos o consanguíneos.

Esta definición de adopción es claramente de mayor evolución y avanzada que el que esboza Rebullida, citado por el Lic. Gerardo Trejos (2) con respecto al Derecho Civil español. En él se afirma que la adopción es un acto jurídico en el que se asume un hijo de otros.

Por su parte el Lic. Luis Rojas, afirma que el artículo 100 es el único artículo, en toda la legislación vigente para Costa Rica, que define la adopción. No se encuentra ninguna otra definición ni siquiera en el Convenio de la Haya.

A criterio de este experto, la definición actual incorpora, de forma activa, la Doctrina de Protección Integral y abandona la antigua Doctrina Irregular. De ahí, que la adopción ya no es un trato o negocio jurídico.

En este sentido, se coincide con el Lic. Rojas sobre la diferencia paradigmática del nuevo Código con respecto al anterior. Dicho cambio de paradigma resulta notable cuando se analiza la menor importancia que se le daba a la adopción y la ideología que subyacía en dicho Código. Incluso, en él no se definía el concepto adopción lo que daba espacio para obviar u omitir efectos legales y psicosociales del mismo.

Con respecto a la dimensión psicosocial de este concepto y a las vivencias de los seres humanos sujetos de adopción, es de interés conocer el concepto que manejan algunos protagonistas de la adopción.

Ana una joven de 12 años, hija adoptiva desde sus primeros meses de vida. Sus padres son una pareja que realizó su proceso de adopción a través del Patronato Nacional de la Infancia dijo que adopción “es lo más lindo que me ha ocurrido en la vida, es tener los papás más lindos, amorosos y comprensivos que alguien puede tener, es tener los abuelos más especiales, es la posibilidad de haber disfrutado de todo el amor que necesito y más porque ya tengo mucho amor para compartir con un hermanito o con las personas con las que quiero trabajar”.

Otro niño: Juan un niño de 8 años, adoptado por una mujer divorciada española, después de algunos meses de estar adoptado dijo ante la pregunta ¿qué te parece la adopción? “Me gusta mucho. ¿Sabes Cristina? Fuimos a la casa de campo y había un gatito salvaje, lo trajimos a la casa, mi mamá y unos amigos de mi mamá lo curaron, lo cuidamos, le dimos comida y sabes? Ya está bien y es libre”.

Para la madre de este niño, la adopción ha sido la posibilidad de tener a su hijo, es la posibilidad de constituirse en madre y construir una relación de amor, es sentirse amada de forma incondicional como lo son las madres por parte de los hijos.

En un texto que aparece en Internet se recoge el significado de la adopción, de la misma forma en que suele trabajarse dicho concepto, en los primeros años de vida de un hijo adoptivo. Dice “La maestra Debbie Moon s de primer grado estaba discutiendo con su grupo la pintura de una familia. Había un niño en la pintura que tenía el cabello de color diferente al del resto de los miembros de la familia. Uno de los niños del grupo sugirió que el niño de la pintura era adoptado y una niña compañera del grupo le dijo: yo sé todo de adopciones porque yo soy adoptada. ¿Qué significa ser adoptada? Preguntó el otro niño. Significa, dijo la niña, que tu creces en el corazón de tu mamá en lugar de crecer en su vientre”.

Pedro quien se ocupa como taxista está reflexionando y transitando por la primera fase de un proceso de adopción, realiza una introspección honesta y profunda de sus sentimientos y concluye que adoptar “es concebir un hijo, es una concepción donde no media el traerlo al mundo”.

Sus comentarios evidencian que este proceso no es sencillo porque implica el confrontar, trascender y superar una serie de temores, mitos y prejuicios que la sociedad ha sostenido por milenios:

Un mito es una creencia falsa, errónea que se asume como cierta. Se actúa y piensa en función de dicha falsedad. En el caso de las adopciones han surgido creencias erróneas tales como: “el hijo adoptivo no es lo mismo que el biológico”, “los hijos adoptivos pagan mal”, no se ama de la misma manera a un hijo biológico que uno adoptivo, etc.

Para Sandra, esposa de Pedro, la palabra adopción es fea. No le agrada porque, ubicada en el desconocimiento y en el prejuicio, le concede atributos negativos. Piensa que el concepto adopción encierra aspectos de descalificación y discriminación. Su esposo le ayuda y dice “es que no es lo mismo que decir accionista.. Esa palabra conlleva significados de energía, es positiva, es poder. En cambio, adopción se asocia con recogido”. Dice: “si pudiera diría: adopción es concebir un hijo no procreado por mí.”

¡Si pudiera!. La pregunta es cuándo puede una persona decir quiero “concebir un hijo no procreado por mí”. Pues será cuando ha realizado el viaje del sí puedo abrirme al amor, cuando en lugar de sacar un hijo de sí (concepción biológica) puede hacer el movimiento de ingresarlo a su vida emocional, afectiva y social (concepción adoptiva). Ahí se daría la adopción psicosocial. Lo contrario es el país del todavía no.

Para entender la dimensión psicosocial del concepto de adopción es de gran relevancia la definición que provee Eva Giberti. Ella plantea, con la claridad que provee luz, que la palabra adopción desde el latín adoptatio significa prohijamiento. “Pro” es un prefijo que significa “antes de” y “de parte de”, “hacer algo en la medida de las fuerzas”. Prohijamiento significa adoptare, elegir un defensor.

La autora dice “...si miramos desde quienes lo concibieron (al niño) se trataría de un des-hijar; solo desde el adoptante adquiere sentido el “pro”: él es quien asume... por hijado entendemos concebido y parido...cuando decimos hijo adoptivo estamos redundando: hijo es hijo y adoptar quiere decir prohijar...es decir, guardado y cuidado de la propia prole”. (3)

Continúa diciendo que del griego “adoptare: de ad y optare, deseable, apetecible. Hacer un voto, elección, opción”. (4)

Es claro que la palabra adopción remite a asuntos especialmente positivos y agradables a la vida afectiva de los seres humanos. No significa recoger sino optar, elegir. El hijo adoptivo, por tanto, es elegido, escogido. El que adopta no puede estar ubicado en el lugar de lo obligatorio o en el del conformismo sino en el lugar de la elección. Solo cuando este último es el sentir de los adoptantes es que puede iniciarse un proceso de adopción. Cuando esta es la posición de los adoptantes la autoestima del hijo puede llegar a ser alta.

Tal es el caso de Greivin quien fue adoptado por una amorosa pareja; se entregaron afectivamente a este hijo y le hicieron sentir profundamente amado. Tiempo después, nació un hermano (hijo biológico de la pareja) y cuando ambos niños peleaban por los asuntos que suelen pelear los hermanos salía a colación que uno era hijo biológico y el otro había sido adoptado. Con tranquilidad y excesiva autoafirmación, este último le contestaba a su hermano “ por lo menos yo fui escogido, vos no”.

Silvia Chavanneau de Gore (especialista argentina en derecho) plantea que el problema es que la adopción ha sido una temática de la cual no se ha hablado durante largos periodos de la humanidad. En su libro dedica un capítulo completo a desarrollar esta situación. Argumenta que ha reinado “lo omitido y silenciado, aquello que se torna invisible pretendiendo que no ocupe un lugar en las preocupaciones o decisiones; aquello que quizás sea temido o deseado por los adoptantes, adoptivos y por algunos que trabajamos con ellos”. (5)

Precisamente, su libro se titula Adopción y Silencios y el primer capítulo del mismo se llama “Adopción: un silencio en la historia”. Cuando efectúa una revisión histórica del lugar que ha ocupado la adopción concluye que su lugar ha sido el del silencio. Este planteamiento, a todas luces es aceptable y coincidente con la postura de quien escribe.

La experiencia profesional en esta área da suficientes elementos para apoyar esta conclusión. Sin embargo, en aras de proveer información detallada este es un tema interesante de explorar como quien se interna en una espesa selva. Lista para un nuevo recorrido se encuentra la pregunta: qué es la adopción para la mayor parte de los costarricenses?

Por otra parte, interesa reflexionar sobre el término filiación adoptiva. Para muchos, es conocido que filio es palabra italiana que significa hijo.

Cuando el Código de Familia plantea el término filiación adoptiva parece referirse al proceso que vive la persona menor de edad al constituirse en hijo (a) de unos padres específicos. Pareciera que con la adopción el único que adquiere esta categoría o nombre es el hijo (por ello se dice filiación adoptiva). Sin embargo, la adopción es un fenómeno de doble vía y de dos protagonistas fundamentales. No solo se es hijo adoptivo sino que quien adopta también es adoptivo (padre y madre adoptivos).

Evidentemente, la definición del Código no subraya énfasis o acento, en el hecho de que a través de la asunción de un hijo adoptivo los padres se constituyen en figuras parentales adoptivas; con el consiguiente pasaje por procesos psicosociales particulares y especiales.

Frecuentemente, al igual que el Código, los padres se refugian en el lugar de ocupantes del rol de adoptante y pierden de vista que ese rol los ubica, también, como adoptivos. Esta riqueza del rol, provee aristas muy significativas en la vivencia del proceso. No solo es un proceso que le ocurre o vive el hijo sino que también le ocurre o vivencian los padres. Cada uno de esos procesos generan sentimientos, temores, escenas temidas, tareas, dificultades y satisfacciones propias del lugar que ocupan.

Al respecto es importante traer a análisis el hecho de que desde lo legal el concepto de adopción equipara a los hijos adoptivos y a las familias adoptivas con el resto de los hijos y de las familias de la sociedad. Ello es encomiable porque supera cualquier efecto discriminatorio psiscosocial que se podría derivar de esta forma de parentalidad y vínculo. Evidentemente, se proyecta el enfoque de derecho que lo atraviesa.

Desde lo psicológico, la situación muestra aristas complejas relacionadas con el hecho de que la adopción, en sí misma, es un fenómeno o situación diferente. Concepto que proviene del marco teórico de las diferencias individuales. Significa, que todos los seres humanos somos diferentes, somos únicos, hijos de Dios con características particulares; en esa originalidad se ve reflejada la inmensa complejidad de la naturaleza humana. Los seres humanos somos diferentes. Los tipos de familias son diferentes (biparental, uniparental, mixta, etc). Esa diferencia es constructiva, valiosa y tiene un rango de igual valor dentro de la sociedad. El Código de Familia logra reflejar este valor.

Sin embargo, este concepto y valor de la diferencia no es de uso común en nuestra sociedad. Por el contrario, se ha pensado que lo que nos hace iguales a los demás es lo que nos hace valiosos. Si se tienen condiciones o características diferentes se suelen asumir como secretos; como motivo de vergüenza.

En el caso de las familias adoptivas, estas tienen una definición mixta con respecto a su constitución. Algunos miembros pueden tener vínculos de origen biológico, otros por afinidad y los adoptivos a través de un nexo legal o judicial.

Eva Giberti entra, de forma directa, en la situación constitutiva de la familia adoptiva y plantea que esta trata de obviar las diferencias, hacen un esfuerzo para pensarse iguales al resto de las familias. Este esfuerzo es enfermante desde lo fantasioso. Implica un proceso de no aceptación de la condición original; lo cual es sumamente corriente en la esfera psicológica de la adopción. De ahí, que es posible decir que la condición de igualdad, desde lo psicológico, no tiene las mismas implicaciones que desde lo legal.

Giberti plantea que las familias adoptantes no son iguales a otras familias. Ella sostiene que las familias adoptantes tienen peculiaridades y ordenamientos diferentes a los que se enseñan en el proceso de socialización (según los cánones tradicionales que pretenden definir “la familia” como una sola).

Katty Lancaster en su libro “Claves para criar un hijo adoptado” plantea que “...la negación pública y privada que muestran muchos padres a aceptar las diferencias entre una paternidad natural y una adoptiva, no es algo extraño ni fuera de lo común. Es más, durante la mayor parte de este siglo ha sido la posición social más difundida con referencia a la adopción y muchos padres adoptivos aún consideran que mantener una política de puertas cerradas impedirá que sus hijos salgan heridos y protegerá a la familia de los prejuicios sociales. Sus temores, admite, no radican en que sus niños puedan ser reclamados por sus padres de nacimiento, ni en la posibilidad que puedan perder su amor, ni en la amenaza de la lealtad dividida, ni siquiera en el peligro de una eventual confusión del niño ante los complejos temas de la adopción. A lo que muchos padres adoptivos temen es a la pérdida de la concepción de la familia unida como supuestamente debe ser”. (5) Sin embargo, afirma la autora que mucha gente piensa que las claves del éxito para criar a los hijos adoptivos radica en una vida bien vivida.

Además desde lo psicológico, la experiencia permite asegurar que esta diferencia de la familia adoptiva (los adoptantes y el adoptado) suele ser elemento constitutivo también cuando la pareja experimenta situación de infertilidad. La adopción es el proceso donde confluyen dos carencias: la de la pareja que desea un hijo adoptivo por causa de infertilidad y la carencia del niño con respecto a padres biológicos y sus respectivas pérdidas afectivas; asociadas a los procesos que vivencian.

Un proceso exitoso de adopción es posible cuando la familia es consciente y comprensiva de las mutuas carencias y pérdidas afectivas. Cuando estas no se aceptan, la utilización de múltiples mecanismos de defensa evidencia dificultades de asunción y, eventualmente, puede darse el surgimiento de crisis en el vínculo.

En cuanto a aspectos constitutivos de la adopción estos tienen algún paralelo con el proceso de formación de una pareja. En ella, las dos personas que, previamente, no se conocían ni tenían ningún vínculo consanguíneo, por una elección personal, se constituyen en el sistema familiar más cercano.

A pesar de las complejidades que puede implicar la filiación adoptiva, el amor mutuo (entre padres-madres e hijos) es una realidad familiar cotidiana que viven infinidad de personas de manera que, generalmente, cualquier crisis o desafío puede ser superada con éxito y para bendición de todas las partes actoras de este proceso.

Para que tal ajuste se produzca, es crucial la legitimación del vínculo que brinda el ordenamiento jurídico. Por ello, el que los hijos lleven el apellido de los adoptantes (adopción legal) es fundamental; les brinda sentido de pertenencia al grupo familiar, les provee la seguridad básica, les da el nombre y contribuye positivamente en la construcción de su identidad.

Citas bibliogràficas.

1. Belluscio, Augusto César

Manual de Derecho de Familia. Tomo II. (Buenos Aires, Argentina: Editoral Astea) p.309.

2. Trejos, Gerado. Derecho de Familia Costarricense. Tomo II. (San José, Costa Rica: Editorial Juricentro, 1999) p. 138.

3. Giberti, Eva y Chavanneau de Gore, Silvia

Adopción y silencios. (Buenos Aires, Argentina: Editorial Suramericana, 1991) p.15.

4. Ibid. Pàgs. 16-17

5. Lancaster, Kathy

Claves para criar un hijo adoptado. (Argentina: Editoral Longseller, 1999).p. 18-19.

Entrevista:

Lic. Luis Rojas Rojas. Asesor Jurídico del Patronato Nacional de la Infancia y ex Secretario del Consejo Nacional de Adopciones.


Escríbame a: crvargas@ice.co.cr visite: http://familyhome.weebly.com

15 sept 2008

La Tijerita


La Tijerita
“Había una vez un venadito muy hermoso, juguetón, vivaz y de fuertes patas. Estas le servían para caminar por diferentes territorios.En tiempos pasados, había tenido que caminar por terrenos a veces resbaladizos, a veces pedregosos y difíciles con la familia en la que había nacido. Pero en la llanura del bosque encontró una nueva mamá venada que tenía una familia y pastos verdes para él.
Ahí, él crecía maravillosamente. Sin embargo, de vez en cuando sentía como si un hilo pegado a su pata lo jalara. Era un hilo muy delgadito que cuando caminaba hacia delante, lo jalaba un poquito. Entonces, él volvía su cabeza y miraba hacia atrás: hacia donde habían quedado esos señores venados con los que él vivió.
El Sr. Búho fue a hablar con esos venados y ellos le dieron un mensaje para el venadito. El mensaje decía: “Nosotros no podemos ser tus papás porque no sabemos cómo ni qué hacen los papás ni las mamás. Tampoco sabemos cómo ser los papás de otros venaditos que tuvimos. Queremos mandarte esta tijerita y la libertad para que seas feliz con tu nueva familia. Te liberamos. ¡Que bueno que tienes una familia y una mamá que sabe cuidarte y que camina contigo!”
Mientras daba este mensaje, don Búho sacó la tijerita y cortó el hilo de la pata del venadito y le dijo: ya puedes caminar. Entonces él caminó y ya nada lo jalaba. Fue así como, a partir de ese momento, pudo caminar hacia delante sin que nada lo molestara”.
Escrito por: MSC. Ana Cristina Vargas crvargas@ice.co.cr

Te odio pero...te quiero

TE ODIO…PERO DESPUÉS CAMBIO Y TE AMO
Msc. Ana Cristina Vargas

Había una vez un pollito llamado Pepe que había sido adoptado por sus papás cuando era pequeñito. Los amaba mucho pero cuando se enojaba decía cosas muy fuertes. Lo que le sucedía a este pollito es que experimentaba sensaciones muy intensas y era muy honesto al decir lo que sentía. También, recurría a la idea de que podía evadir el presente cada vez que no le gustaba algo. Algo así como hacen los recién casados cuando enojados piensan que se irán de nuevo a la casa en que vivían. Después aprenden que esa no es una buena opción.

A Pepe se le olvidaba el por qué no había podido vivir con esa señora gallina. Ocupaba que sus padres fueran muy pacientes y lo amaran incondicionalmente; incluso cuando se enojaba. También, necesitaba que estuvieran muy bien sentados en el sillón que tenía el nombre de “papá” y “mamá”. En algunos momentos había pasado que ellos estaban mal sentados, o se habían equivocado y estaban sentados en el sillón que se llamaba “amigos” o en el de “pobrecitos papás adoptivos” y entonces esas arremetidas del pollito los quiso sacar, hacer caer al suelo y lo peor: abandonar sus sillones de papá y mamá.

En una ocasión en que su mamá le puso un pequeño castigo él le dijo que la odiaba mucho, que era una bruja muy pero muy mala, que era muy fea, que usaba una ropa muy fea, que era muy tonta y muy mala mamá. Que deseaba regresar con su antigua mamá Rosa.

Fue así como su mamá le dijo que ella era su única mamá y aunque no le gustaba que le dijera esas cosas entendía que eso era solo “por encima” porque sabía que “en el fondo” él pensaba diferente. También, volvió a explicarle que había ocasiones en que los pollitos no podían vivir con la señora gallina original porque no todas las señoras gallinas pueden ser una mamá gallina. A ellas les ocurría que se enojaban y le daban de picotazos a los pollitos, no les traían comida, se iban y se les olvidaba que tenían que venir a cuidar de los pollitos.

Además, aunque las mamás gallinas pueden calentar a los pollitos al doblar sus rodillas y cubrirlos con sus plumas, las señoras gallinas que no saben ser mamás, cuando quieren hacer esto, se sientan o caen encima de los pollitos y los pueden majar o causar daño. Entonces, a los pollitos no les conviene vivir con esa señora gallina ni regresar con ella. Por esa razón es que, Dios protegiendo a estos pollitos, les encuentra una mamá gallina y o papá gallo.

Después de esta conversación el pollito Pepe, que era muy honesto y sincero, le dijo a su mamá que tenía razón, que cuando se enojaba sentía que la odiaba (cosa que la mayor parte de los pollitos sienten pero no se atreven a decirlo porque temen las consecuencias) pero en otras… cambiaba y la amaba mucho y le daba ganas de hacerle una canción de amor. También, dijo que esta era la mejor familia que pudo tocarle porque lo amaban mucho y no lo abandonaban nunca.





Conceptos:
Novela familiar y fantasmas